GRECIA
Durante el último milenio antes de Cristo la cultura de Grecia y las islas del mar Egeo fue la más avanzada de occidente. Entre los años 2000 y 1400 antes de Cristo existió en la isla de Creta una cultura floreciente -minoica-, que fue desplazada por la micénica (1400-1100 antes de Cristo). A esta última sucederían tribus de origen indoeuropeo, los jonios, aqueos y dorios, que llegaron a la península en oleadas sucesivas y se asentaron en los valles y las costas. Estos pueblos, origen de la civilización griega, se extendieron luego por las islas del mar Egeo y se afianzan en la costa oriental del Asia menor.
La dispersión geográfica contribuyó a la aparición de numerosas
ciudades-estado independientes entre sí, y con unas relaciones mutuas
salpicadas de frecuentes roces políticos y militares. Las dos más
poderosas eran Atenas, en la península Ática, y Esparta, en el
Peloponeso. Las formas de gobierno de los distintos estados oscilaban
entre la monarquía de carácter absolutista y la democracia (o gobierno
del pueblo), pasando por la oligarquía (gobierno de unos pocos) de la
nobleza. El Ágora ateniense, lugar de asamblea donde todo hombre libre
disponía de voz y voto, es clara muestra del espíritu cívico de los
antiguos griegos.
En la época arcaica (700-500 antes de Cristo), el exceso de población
empujó a los griegos a buscar nuevos territorios. En franca competencia
con los fenicios y otros pueblos mediterráneos, se hicieron marinos y
comerciantes, y fundaron colonias de importancia a lo largo de las
costas del Mediterráneo y del mar Negro.
En la época clásica (500-330 a. de Cristo), las ciudades olvidaron sus
rencillas para hacer frente a un enemigo común: la invasión persa. Tras
la decisiva batalla de Salamina, en el año 480 antes de Cristo, Atenas
se puso a la cabeza del mundo griego. A las guerras médicas (nombre que
recibieron los conflictos bélicos con los persas) sudeció un periodo de
florecimiento cultural sin parangón en la historia de la humanidad, dos
siglos de continuas realizaciones en el campo del arte, la literatura,
la filosofía y las ciencias naturales, que constituyeron la base de la
civilización occidental. Las ciudades griegas disfrutaron entonces de la
cohesión que les proporcionaba el hecho de compartir una misma cultura;
esta unión se manifestó abiertamente en acontecimientos tales como
celebraciones religiosas y competiciones deportivas (olimpiadas).
Sin embargo las diferencias irreconciliables entre Atenas, potencia
marítima cuya forma de gobierno era la de una república democrática, y
Esparta, monarquía militarista, condujeron a la guerra del Peloponeso
(431-404 antes de Cristo), que fragmento el mundo griego y acabó con su
etapa de máximo esplendor.
Grecia volvió a recobrar su unidad durante el apogeo macedónico, cuando
Alejandro Magno, a través de sus conquistas, puso en contacto a oriente y
occidente; de la interacción de estas culturas surgió el helenismo.
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