LA UNIFICACION ITALIANA.
Italia conformaba plenamente una comunidad
nacional, sin embargo, carecía la unidad política. Luego del congreso de
Viena, la península itálica quedó considerablemente fragmentada. Entre
los estados principales que en ella existían podemos mencionar al reino
de Piamonte, los ducados de Parma , Modena y toscana; más la Lombardia y
el Veneto, que estaban en manos de los austríacos.
El deseo de los
italianos de conformar su unidad política era muy intenso y tuvo su
expresión más radical en un movimiento nacionalista, de fuertes raíces
populares, cuyo representante principal fue Mazzini. El objetivo de tal
movimiento era conseguir la unificación italiana liquidando a las
monarquías y estableciendo una República. Se trataba pues, de una
tendencia que aspiraban a unir a Italia por vía revolucionaria,
basándose en el pueblo y en su lucha.
Esta tendencia nacionalista
generó todo un movimiento cultural e intelectual denominado el
“Risorgimiento”, el cual buscó fundamentar en el terreno de la cultura y
el pensamiento la necesidad de la unificación política.
Encabezados
por Mazzini, los nacionalistas italianos de tipo radical habían luchado
denodadamente contra Austria, que aparecía como el principal obstáculo
para conseguir la unificación. La monarquía austríaca, en efecto,
dominaba la vida política italiana impidiendo cualquier cambio
progresista, oponiéndose a la concesión de las libertades que atentasen
contra el orden político establecido. Mazzini y los nacionalistas
radicales se habían levantado en 1848 contra los austríacos, pero habían
fracasado.
Pero en Italia también existían los partidarios de
realizar la unificación del país “por arriba”, es decir, por vía
moderada, Tal era el caso del reino de Piamonte, encabezado por su Rey
Víctor Manuel II y su ministro Cavour. Estos profesaban un liberalismo
moderado.
Cavour procedió a tomar la iniciativa. El problema a
resolver era cómo enfrentar a una potencia mucho más poderosa, como lo
era Austria. La conclusión fue que ello sólo sería posible con la ayuda
de otra potencia igualmente poderosa. De allí que se resolviera acudir
pidiendo el apoyo a Francia, gobernada por Luis Bonaparte, quien se
manifestaba partidario del principio nacional y que recelaba de la
influencia austríaca.
La alianza Franco - piamontes que de tal modo
se gestó, declaró la guerra a Austria. En las sangrientas batallas de
Magenta y Solferino ésta última fue derrotada y debió retirarse de la
Lombardia, la que cedió definitamente en virtud del Tratado de Zurich
(1859). Luego, alentados ante los resultados obtenidos en diversos
pequeños estados de Italia estalló una serie de levantamientos
nacionalistas que pugnaban por la unificación con el reino de Piamonte.
Así este pudo anexarse Toscana, Modena y Parma, que hasta entonces se
habían mantenidos como ducados independientes. Mientras tanto,, Francia
le había retirado el apoyo a sus ex aliados piamonteses por el temor a
una guerra de mayor envergadura con Austria en donde los prusianos
podían intervenir en favor de esta última.
A los resultados del
proceso de unificación obtenidos en el norte, hay que agregar el
desarrollo de la situación en la parte sur de la península. Aquí la
lucha era dada por Garivaldi, un guerrillero que había formado un
ejército popular con el fin de derribar a las dinastías y establecer la
unificación Italiana sobre una base republicana . Las pretensiones de
Garivaldi fueron en gran medida conseguidas.. En efecto, logró derrotar a
la dinastía de Borbones que gobernaba el reino de Nápoles y Sicilia.
Con el sur bajo su control Garivaldi procedió a sacrificar sus
convicciones republicanas en aras de sus ideales nacionalistas. Fue así
que resolvió colocar bajo la soberanía del Rey del Piamonte todos los
territorios meridionales de la península. De tal modo, Víctor Manuel fue
proclamado como Rey de Italia (1861).
Sin embargo, la unificación
italiana todavía no estaba completa. Los Austríacos seguían dominando en
el Veneto y al centro de la península subsistían los Estados
Pontificios, que se negaban a ceder su soberanía. Las potencias
católicas se empeñaban en mantener al Papa en su papel de jefe de
estado. En especial era importante el apoyo prestado por Francia, la que
incluso puso a disposición del pontífice una serie de destacamentos
militares que se instalaron en Roma con el fin de prevenir cualquier
intento de Víctor Manuel por apoderarse de esta cuidad. Los
nacionalistas no ocultaban sus pretensiones en el sentido de que
precisamente Roma debía ser la capital de la Italia. Pero ello todavía
tendría que esperar.
La incorporación del Veneto a Italia se produjo
en 1866, luego de la guerra Austro - prusiana. En aquella oportunidad
los italianos participaron como aliados de Prusia, la que resultó
vencedora. Austria , entonces debió entregar el Veneto, el que pasó a la
soberanía itálica.
La incorporación de Roma a la soberanía italiana
se dio en el contexto de la guerra Franco - prusiana de 1870 - 71. En
aquella oportunidad, los franceses debieron retirar sus tropas de los
Estados Pontificios a fin de utilizarlas en el conflictos.
Aprovechándose de ello Víctor Manuel entró en Roma y la proclamó como su
capital. De tal manera quedaba sellada la unidad italiana (1870).
LA UNIFICACION ALEMANA.
En
Alemania, al igual como en Italia, existía un fuerte sentimiento
nacional. Sin embargo, el país se hallaba dividido en 39 estados, los
cuales conformaban la “Confederación Germánica”. Esta había sido creada
por el Congreso de Viena. Encabezados por Austria los representantes de
la Confederación sesionaban en la ciudad de Francfort.
La unidad
nacional alemana era una necesidad sentida sobre todo por la burguesía,
cuyos negocios se veían fuertemente perjudicados debido a la existencia
de una serie de barreras aduaneras internas entre los Estados
confederados. Tales barreras, sin duda, frenaron el crecimiento
económico.
Junto a la burguesía que se encontraba interesada en
avanzar hacia la unificación política, existía una fuerte corriente
intelectual que se inclinaba en el mismo sentido. Uno de sus
representantes principales había sido el poeta Shiller.
También entre
los distintos estratos populares se desarrollaba un acentuado
sentimiento patriótico , el que había sido muy estimulado por la
resistencia que hubo que oponer a Napoleón durante el imperio. Los
únicos intereses que no se orientaban en el sentido de la unificación
del país eran las dinastías de los distintos Estados de la
Confederación.
A la larga, las necesidades derivadas del
desenvolvimiento económico entraron a tener peso creciente. Fue así como
en 1834 se estableció el “ Zollverein “ o unión aduanera entre los
Estados del Norte de la Confederación. A través de esta medida se
suprimieron las barreras comerciales internas que hasta entonces habían
separado a los estados firmantes de tal acuerdo. Con el tiempo, nuevos
Estados se fueron sumando al Zollverein.
La creciente unificación
aduanera condujo a Alemania a una gran prosperidad económica. La
revolución industrial fue adquiriendo una ascendente velocidad, y con
ello el desarrollo del capitalismo. Sin embargo, este proceso requería
de la unificación política del país.
Uno de los obstáculos mayores
que interponían en el camino de la unificación era la dualidad existente
entre Prusia y Austria, las dos principales potencias de la
Confederación. El problema que se planteaba era en torno a cual de ellas
se unificaría el país. Durante la revolución de 1848 los liberales
habían conseguido la conformación de una Asamblea Nacional la que,
reunida en Francfort, propuso la conformación de un imperio federal cuya
corona le seria concedida al rey de Prusia. Sin embargo, el proyecto
fracasó precisamente debido a la oposición de Austria y al hecho de que
luego la revolución fuera derrotada. Así, la tarea de la unificación
nacional siguió pendiente.
Durante la década de los sesenta Prusia,
bajo su rey Guillermo I y su canciller Otto Von Bismarck, hará esfuerzos
decisivos para conseguir la unidad alemana “por arriba”. Ello, sin
dudas implicaba entrar en un conflicto con Austria puesto que las
pretensiones de Bismark eran convertir a Prusia en el eje del proceso
unificador.
Consciente de tales implicancias, el canciller llegó a la
conclusión de que para unificar a Alemania en torno a Prusia se
requería excluir a Austria y, a la vez, valerse de la guerra como único
medio posible para lograr los fines propuestos.
En 1864 estalló un
conflicto armado por los ducados de Schleswig y Holstein, hasta entonces
pertenecientes al Rey de Dinamarca. Prusia y Austria actuaron unidos
contra los daneses, a los que lograron arrebatarles fácilmente los
ducados, incorporándolos luego a la Confederación Germánica.
Provisoriamente se resolvió que el Holstein quedaría bajo la
administración de Austria mientras que Schleswig sería administrado por
Prusia.
La importancia del conflicto por los ducados consistió en que
de él saldrá más adelante el pretexto utilizado por Bismarck para
declararle la guerra a Austria y para excluirla de Alemania. En efecto,
en 1866 Prusia acusó a los austríacos de mala administración del
Holstein, demandando que el control de dicho ducado pasara por sus
manos. Austria no aceptó, por lo cual estalló la guerra. Los prusianos,
que poseían el mejor ejército de Europa, derrotaron a las fuerzas
austríacas en la batalla de Sadowa (1866). Luego de ella se firmo el
tratado de Praga por el cual se disolvía la Confederación de Alemania.
Por efectos del mismo tratado, se creó la Confederación de Alemania bajo
la dirección prusiana. De tal manera, sólo los estados del sur no
quedaron unificados bajo Prusia.
Por su parte Austria, impedida de
desarrollar su influencia hacia el norte y hacia el occidente, se
esforzará por expandirse hacia el este, especialmente en dirección a los
Balcanes. El resultado de ello será la formación de la monarquía Austro
- húngara y una serie de conflictos con Rusia que aspiraba igualmente a
ejercer su hegemonía en aquellas regiones.
La unificación total de
Alemania sólo se lograría luego de la guerra franco - prusiana de 1870 -
71. Los orígenes de esta conflagración son confusos, pero, en último
término, fue el resultado del antagonismo derivado del temor de Francia
ante el surgumiento de una poderosa potencia germánica, que podía poner
en peligro su influencia en el continente. De allí que Napoleón III se
interesase por detener a Prusia. Esta, por su parte, veía que un
conflicto con Francia le permitiría unificar en torno a sí a todos los
alemanes y, de tal modo, culminar el proceso de unificación nacional.
Estallada
la guerra, tal como lo previó Bismarck, los estados del sur apoyaron a
Prusia. De tal modo, los alemanes vencieron a Francia en las batallas de
Sedán y Metz. Napoleón III hubo de abdicar y así el segundo Imperio
francés llegó a su fin. Por la paz de Francfort los franceses hubieron
de ceder la Alsacia y la Lorena. Paralelamente, los distintos estados
alemanes reconocieron a Guillermo I como su Rey ( 1871). La unificación
Alemania había sido realizada.
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