El petróleo como motor y corazón de la industria
En el mundo
Los combustibles fósiles son
el carbón, el petróleo y el gas. Han sido los grandes protagonistas del impulso
industrial desde la invención de la máquina de vapor hasta nuestros días. De
ellos depende la mayor parte de la industria y el transporte. Entre los tres
suponen casi el 90% de la energía comercial empleada en el mundo el petróleo se
ha convertido en la mayor fuente de energía, ya que es la más utilizada para la
industrialización ,al reducir su venta, pero se han desarrollado otras fuentes
de energía como la nuclear, hidroeléctrica, etc.
En México
Hasta
1938 el petróleo del país estuvo en manos de compañías extranjeras. La
producción de alrededor de 130 mil barriles diarios se destinaba casi toda al
mercado mundial y menos de 10% al consumo nacional, lo cual revelaba el atraso
industrial del país. La expropiación realizada por el presidente Lázaro
Cárdenas puso el petróleo al servicio de la nación, siguiendo un proyecto propio
de desarrollo que incluía a la agricultura y también a la industria. Hasta
1976, Pemex, como empresa paraestatal, había elevado la producción de crudo a
cerca de 900 mil barriles diarios, de los cuales exportaba 13%, mientras el
resto, 783 mil barriles, se industrializaba en el país con refinerías propias y
un fuerte impulso a la petroquímica.
En
1977 México se incorporó al mercado mundial como fuerte exportador de crudo.
Gracias a sus cuerpos técnicos y a su planta laboral alcanzó una plataforma de
exportación de un millón y medio de barriles diarios que, con un consumo
interno del mismo volumen, llegó a los 3 millones de barriles diarios que, con
ligeras variantes, mantiene hasta la fecha.
En
1992 Carlos Salinas, al servicio del proyecto neoliberal de reducir al Estado y
privilegiar al mercado, aseguró el disfrute de la gigantesca renta petrolera
fraccionando a Pemex en cuatro organismos subsidiarios: I) Exploración y
Producción, II) Refinación, III) Gas y Petroquímica Básica, IV) Petroquímica.
Se abandonó el esfuerzo industrializador y la satisfacción de las necesidades
de refinados y petroquímicos del mercado interno, privilegiando la producción y
exportación de petróleo crudo.
A
Miguel de la Madrid le tocó cargar con el peso de una deuda pública externa alimentada
por el alza sin precedente de las tasas de interés del mercado internacional. Y
en lugar de responder con firmeza que se había erosionado seriamente la
capacidad de pago externo y que la primera responsabilidad del gobierno era
financiar el desarrollo del país, el gobierno dobló las manos y pagó el
servicio de la deuda de acuerdo con las exigencias de los poderosos acreedores.
Los
sucesivos gobiernos neoliberales cambiaron los objetivos de la política
económica retrayendo al Estado, confiando en la inversión privada y en una
globalización que desmanteló las instituciones de fomento. La apertura de la
economía, sin proyecto nacional de desarrollo y sin instituciones adecuadas, ha
resultado en una aparatosa caída de la tasa de crecimiento y del empleo, en un
empeoramiento de la distribución del ingreso y en un aumento de la emigración.
En
ese panorama, el petróleo significó una abundante derrama de divisas a favor
del fisco-gobierno que, sin proyecto nacional ni reforma tributaria, favoreció
la exportación de petróleo crudo y suspendió su industrialización, convirtiendo
al país en importador de gasolina, refinados y productos petroquímicos cuando
se pudieron haber producido internamente.
El
alegato de insuficiencia de recursos fiscales se desploma ante la evidencia del
despilfarro del gasto presupuestal en beneficio de los funcionarios públicos de
alto nivel y ante el hecho de que los ingresos de Pemex, que exceden con mucho
a sus gastos de operación, provienen no sólo de la exportación, sino también de
sus ventas internas. O sea: los mexicanos todos estamos involuntariamente
financiando el despilfarro y desnacionalización de un recurso no renovable
propiedad de la nación, en lugar de utilizar esos recursos para aumentar la
capacidad productiva y el empleo.
En tanto se
importa el 40% de las gasolinas y no se ha ampliado la capacidad de refinación,
los neoliberales alegan que, aun siendo prioritaria la reconstrucción de varias
refinerías y la construcción de una nueva, Pemex carece de capacidad de
ejecución y que, ante el alto costo e incierto suministro de los combustibles
importados, la mejor opción sería volver a invertir en una refinería en Estados
Unidos. Es decir: el manejo de la paraestatal ha sido tal, que hace aparecer
como antieconómica la industrialización de nuestras materias primas de alto
precio en el mercado internacional y se pretende obligarnos a continuar por el
camino, ya desechado en la teoría y práctica del desarrollo, de permanecer en
la periferia como exportadores de materias primas e importadores de productos
industrializados.
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